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«Todo distribuidor debería tener una pequeña bodega porque, de esta forma, aprendería a valorar este trabajo y conocería la gran inversión que tiene que hacer una bodega para conseguir un buen vino», advierte.
—A Doña Inés Pino lo califica como un vino selectivo.
—Toda la experiencia acumulada en el mundo de la comercialización de vinos la estoy volcando ahora en los que estoy elaborando. Es un vino selectivo, no por su precio, que se encuentra al nivel de los que hay en el mercado, sino porque es el primer fruto de un proyecto muy ambicioso que estoy llevando a cabo en la zona de la Ribera del Avia.
En esta zona tradicional desde siempre del vino del Ribeiro, se plantaron dos hectáreas de viñedo treixa dura, la uva autóctona por excelencia de esta denominación, en un lugar privilegiado como son las laderas que forman el valle por el que discurre el río Avia. Unas tierras que, además, desde hace siglos, no produjeron otra cosa que no fuesen uvas. Con estas premisas elaboramos un vino que, muy pronto, va a estar entre las primeras marcas de denominación de origen Ribeiro.
—Dice que este vino juega con los sentimientos.
—Es que un vino no es solamente la etiqueta, el márketing o la presentación. Es mucho más, porque, en cada botella, se esconden los sentimientos de quien lo elabora, hay cosas que están detrás pero que también existen. No todo es ganar dinero. Yo quiero algo nuevo, que vaya muy por encima de la parte económica, porque creo que se pueden hacer grandes vinos en Galicia y, de hecho, ya lo estamos demostrando.
Hay que poner mucho amor por la tierra, ilusión y fe en lo que haces, tener muy claro lo que quieres conseguir y, de esta forma, mimar el trabajo en la viña y en la bodega.
—¿Ya está en el mercado?
—Sí, hace pocos días comenzamos la comercialización, aunque, por ahora, la producción es muy limitada. Estamos en el período de lanzamiento. Las circunstancias comerciales son en la actualidad muy complejas y difíciles y tenemos que ir poco a poco, con cautela. Además, por encima de todo, quiero ofrecer calidad, porque estoy convencido que es la única forma de asegurar el éxito. No puedo defraudar las expectativas del amante de estos vinos únicos y por eso quiero estar en los restaurantes, con las máximas garantías.
—¿Y el precio?
—Que sea un vino exclusivo, en el que se utilizan los más modernos métodos de elaboración, con unas uvas autóctonas de gran calidad y que nacieron y crecieron en las mejores condiciones posibles, no quiere decir que tenga que ser caro. El precio está en función de lo que ofrecemos en cada botella y, desde luego, con un producto superior a la media. Está al nivel de los demás y va a competir perfectamente en ese campo, sobre todo porque ofrecemos un vino realmente exclusivo.
La primera bodega que compró González Pino fue en la Ribera del Duero, en la que elabora el Requiem y Re Minor. Así empezó todo y poco después ya sacó al mercado Quinta de Dolores, un albariño de la zona del Condado del Tea. «Soy un amante de Galicia —explica Adolfo— nací en Celeiros, una aldea de Ponteareas y, aunque no me crié con el vino, si entre el vino. Siendo un niño –aún no llegaba a la mesa– ya le bebía el vino a mi padre y saboreaba aquel, para mi exquisito, pan de maíz».
«Este albariño —cuenta González— nace para rendir homenaje a mi tierra y a mi madre, que me permitieron llegar hasta aquí».
De la bodega castellana nació el Re Minor, un ribera del Duero de producción limitada, que nació con la filosofía de buscar la perfecta conjunción entre las viñas centenarias y las barricas de roble francés y americano de la más alta calidad, poniendo por medio la tecnología, sin dañar el producto y mimando su elaboración.
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Tenemos el placer de comunicarle que recientemente, hemos inaugurado una nueva delegación de nuestra empresa. Situada en el Polígono Industrial de Silleda, distribuiremos nuestros productos y daremos servicio a nuestros clientes de las comarcas de Santiago y del Deza.